jueves, 1 de enero de 2009

SOBRE EL DESAMOR


Es una pequeña descripción de lo que sentí cuando le dije que no iba más. Que su cuerpo no podía seguir, que tenia que dejar todo.
Es estar vacio pero con todo alrededor, me rio al saber que mucha gente “lo tiene” pero no es así, yo tengo lo que es pero bien tenido, sin dolores porque me sobra, de pronto alguno que otro por ambición pero no se compara con ese bastardo que lo tiene todo y no sabe dónde dejarlo, dónde ponerlo.
Yo lo que tengo no se compara con la satisfacción que siento aquí sentado en mi pequeño mundo, con un lápiz y una hoja, aunque en ella no cabe todo lo que tengo, se puede describir un poco. Ambiguo
He pasado por grandes momentos que me han hecho cambiar, llorar hasta morir y querer volver a nacer, vivir un amor que nunca le fue capaz de soportar o nunca aprendió a amar, por eso digo que no es necesario llamarle “amor”, conozco más fácil la palabra desamor a la hora de tener la carne de una mujer a mi lado festejando cada movimiento emocional que se atreva a darme con sus suaves manos.
He llorado por el desamor que nunca aprendí a tolerar verdaderamente y dejar esfumar como el viento cuando ella me gritaba eufóricamente que uniéramos los cuerpo en un eclipse de sol lleno de mucho fuego que corría por las venas mi amada. Yo no sentía nada, solo sentía desamor.
Ahora quiero recordar cuando chico me daban un abrazo de doble filo, una señal que no me querían y pretendo hacer lo mismo con la mujer que me estaba aprendiendo a querer, prefiero que ella no sufra mas con su desdicha y con las mentiras que algún día le llegué a susurrar en el dulce odio de una inocente dama como lo era ella.
El abrazo penetró lo más profundo de sus costillas acompañado con grandes coartadas de cuchillo que exploraron cada cavidad de su cuerpo para llegar a su corazón. Dejando a la mujer cada vez más débil de lo que demostraba ser por su delicadeza y su fruto de amor que tenía sembrado en su interior.
Su rostro demostró toda la tristeza que sentía mi alma cada vez que le decía te amo y sentía que no era las palabras que ella debía de escuchar, el desamor salió por sus ojos tiñendo de rojo mis brazos, mientras sus labios arrepentidos de acoger los míos, gritaban cuanto me querían sin resentimiento alguno.
Después su cuerpo cayó inerte entre mis pies y recordé cada momento que vivimos juntos, ella riendo y yo sufriendo por su dolor, mis palabras la engañaban y eso la hacia feliz, eso me dolía y me presionaba el corazón hasta sentir que su sexo ardiente me despertaba de nuevo y me hacia seguir ahí, suspendido en el aire si saber si amar o dejarla morir.
Después la lleve a su lugar de descanso donde algún día fuimos a ver como la luna acobijaba el cielo mientras toda la tierra dormía en las canciones del silencio, ella toda demacrada veía fijamente a ese lugar donde por su primera vez me entregó el amor que sentía por mi, viví cada momento, recordé todo lo que me costaba estar a su lado, desperté de un mal sueño que donde yo aparentaba y sin querer llorar le hacia creer a su espíritu que era su guardián y su amor para toda la vida.
A nuestro lado creció una gran rosa con un sabor agridulce y fue la que acompañó durante toda la muerte a la mujer, la dejé ahí sola con el cielo, la luna, las estrellas y el frio, no había nadie más que la acompañara, simplemente una rosa roja con sabor a sangre. La soledad y el amor que solo se veía salir de su corazón herido, por alguien que nunca la aprendió a amar como en realidad se lo merecía.

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