
¡Oh! carne de mi carne,
Ardiente por su sabor
Caliente por su color
Cada detalle, cada papila,
Se excita con tu suave esplendor.
El café me hace arder
Cada milímetro de ella
Cada segundo del atardecer
Y, cada retumbar de una estrella
Que me guía a perecer.
En tus manos,
Suave canela,
Y un vino viejo con sabor a gusanos,
Lengua ardiente por el café
Ahora mis labios han perdido la fe,
El horizonte se hace más espeso
y mis dientes helados buscan un nuevo beso.
No hay comentarios:
Publicar un comentario